lunes, 18 de marzo de 2013

Silencio de ecos



Y bueno cómo te explico
que se requieren

más figuras retóricas,
para disfrazar lo explícito,
se requieren para decirte
 lo que casi llega al espíritu
-La ambigüedad no me satisface-
pero se queda dando vueltas
en las azucenas del cerebro.

No es fácil,
 el corazón  tiene pocos intérpretes:
a veces su interprete es como el aroma,
deja que sus secuelas
expiren la elocuencia del ser,
 sólo se huele;
la vista, en la cosmogonía
perfecta del complemento,
  un gesto -y ya, se hizo el universo-
el tacto -el tacto es de mis favoritos-
es como la consecuencia
de todos los demás sentidos.

Mis sentidos me hablan,
y yo quién sabe dónde me escondo.

A sí es, hoy mi deficiencia,
de decirte que te extraño,
ese extraño que no sale de lo profundo,
 se agarra de la primera letra
que escojan los dedos en el teclado
 y lo divulga (cual extraño)
tímido,
 temeroso de enfrentar la realidad
de las profundidades,
esas que se escriben solas ,
se leen entre líneas
y es más fácil decir
-te extraño-
 que decir todo aquello que lo originó.



América Zapata