miércoles, 14 de junio de 2017

El 0 a la derecha del dos

(Escuche antes de iniciar el poema,
y para acompañar la lectura )


Te conocí
cuando la anti-gravedad
se hacía tiempo.

Los veintes tenían
 solo el cero de más

en donde
-todo inicia y nada se va-

el perene romanticismo...

 -si hubiera sabido como el ismo
lo mata, me hubiera hecho
existencialista-

recuerdo
las mejillas sonrojadas,
mi abdomen casi plano;

cuando sabía unir
la memoria
con la imaginación
y la piel se minaba.

-Ahora soy una experta,
en sabotear la fantasía,
lo bueno es que la imaginación
continua-

Recuerdo el nerviosismo,

 -la taquicardia-

me estremecía mis rodillas,
esa inclinación de la caída ilícita.

Estoy segura que ni lo notaste.

El Lugar común de todos los poemas.

-los únicos que no saben de común,
son 
uno: los huesos, y dos: la vergüenza-

Esa exploración de conocer
la rítmica de los latidos.

el raite de las mañanas,
el café con el estómago vacío,
el cigarro,
la película en tu casa,
 ya no recuerdo cual era...

¿Te acuerdas?

la tocada con tus amigos,

un par de cervezas en el cine
y un libro dañado que aún
no entrego.

Los besos a la salida del baño, 
cerca de la taquilla,
en la calle empinada,
en los semáforos.

Donde tus ojos nada tenían que ver
con el café de la taza,
sino con el brillo de mi sonrisa.

Recuerdo que te lo llevaste todo
a excepción de la ilustración que exigí,
y me la regalaste
después de dos
semanas sin verte.

La metí en el mapamundi, 
como cuando el azar
mide la templanza.

Y es que tienes esa 
forma de hacer sentir 
la caída libre.

Ahora pensamos en la economía,
en la autodeterminación.
en la negociación.

-Somos menos románticos,
más realistas-

Me hice del delito y pocas veces
vivo como cuando los 20,
escribo menos y
ya dejé el café.

Tú divorciado, más observador, 
medido, acostumbrado,
reparando las arterias rotas,
en otras piernas,
o a tu manera.

Me faltó tiempo.
Me adelanté.
Te besé.

Sin asegurarme
lo que fui.
Sin saber si cambiaste.

Quisiera intercambiarte
la incertidumbre
por la amistad.

Pero a pesar de todo 
 esta vez, tengo
la capacidad de despedirme
la fidelidad propia.

¡vaya, ya sé cómo
 no dejarte todo!

que te conozco, 
la distancia no sólo tiene 
kilómetros, 
también razones.

ya lo sé... aún tenga
ese sentimiento 
de sentir
que te encontré
como cuando te fuiste.


América Zapata

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